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Islamofobia de género

La islamofobia consiste en un dispositivo creado por los estados imperialistas con el fin de criminalizar, demonizar y deshumanizar a los musulmanes y musulmanas justificándolo bajo una supuesta racionalidad (Adlbi, 2012 y 2016) creando una imagen de ellos y ellas como enemigos y enemigas (Bravo, 2009). Esta islamofobia crea un gran vacío entre la percepción que se tiene acerca de la comunidad musulmana y lo que es realmente (Merali, 2014). Además, el musulmán reunirá todas aquellas cualidades negativas que el occidental no posee: retrógrado, pobre, atrasado, analfabeto, misógino… y sobre todo, terrorista. Al mismo tiempo, esta islamofobia se encuentra atravesada por el género (Adlbi, 2011 y 2017; Torres, 2014).

 

El odio y miedo hacia el Islam y los movimientos islámicos cobraron más fuerza tras el atentado de las Torres Gemelas el 11 de septiembre del 2001 (Perelmuter, 2004), ya que a partir de ese momento aumentó el odio y miedo a todo lo relacionado con lo islámico por el supuesto terrorismo que incita y legitima el Islam (Tiwana, 2006). Sin embargo, este odio a lo musulmán no es un fenómeno nuevo ya que la islamofobia también como hemos visto anteriormente llevó a justificar la dominación colonial bajo el pretexto de una misión civilizadora impulsando un Imperio de la anulación de los Otros, acabando así con las particularidades de las culturas locales de cada pueblo. Además de definirlos como tradicionales lo que les deja sin ninguna posibilidad de modernidad ni futuro, lo que deja a los Otros en la sombra y el silencio (Adlbi, 2017).

La islamofobia y colonialismo se justifican mediante la panacea de la imagen de “la mujer con hiyab”,

que a ojos de Occidente es pasiva, analfabeta, sumisa, reprimida sexualmente, violentada, no sujeto…

Esta “mujer con hiyab” es una imagen universal y monolítica que no tiene en cuenta su país, etnia,

cultura, edad… Ni tampoco las diferentes lecturas que se puedan hacer de las Sagradas Escrituras:

Corán, Sunnah Hadiz (Adlbi, 2012; 2017). Esta imagen única causa en las mujeresmusulmanas un

gran vacío e impotencia como cuenta personalmente Adlbi:

[…] [al ver esta imagen] se reduce mi fe, mi espiritualidad, mis culturas, mi lengua y mis dialectos, mi vestimenta y la de más de 1600 millones de musulmanes y musulmanas en el mundo, de infinidad de países, culturas, razas, idiomas y formas complejas de entender y vivir el Islam.... tanta diversidad, tanta complejidad, tanta riqueza, reducidas a un símbolo de opresión universal (2015, p.1).

Y añade:

[Esta] imagen me [roba] la voz, la libertad y el privilegio de la auto representación, de darme a mí misma, a mis creencias, a mi fe, a mi filosofía, a mi sistema de valores, a mi cosmovisión, los significados que yo quisiera darles. Sí, efectivamente existe una estructura de dominación patriarcal en las sociedades árabes, que es necesario desarticular, resistir y analizar, al igual que existe en el resto de sociedades humanas a día de hoy, y relacionar, por lo tanto, de forma intrínseca el patriarcado a una cultura, a una raza, a una etnia, a una fe o a una lengua en concreto, es una forma de claro reduccionismo violento, racista, patriarcal y sexista en sí mismo y colonial (2015, p.1).

Esta islamofobia occidental empuja a rechazar a priori el Islam por el papel inferior y discriminatorio que supuestamente otorga a sus mujeres, en lugar de buscar la verdadera causa, que correspondería al legado patriarcal de las diferentes sociedades y las políticas de los Estados de todo el mundo y no solo del “mundo musulmán” (Moualhi, 2000). Ya que como hemos nombrado líneas arriba, a los occidentales en realidad no les importa para nada la situación o necesidades de las mujeres musulmanas, lo único que buscan es demonizar su religión y sociedad para hacer ver a la opinión pública la veracidad de sus estereotipos. Forti sostiene “La mujer musulmana como tal no es vista por los occidentalistas, no les interesa, no les preocupa cuáles pueden sus problemas o inquietudes” (2005). Occidente siempre se ocupa de dar una imagen totalmente irreal y retrógrada de las mujeres musulmanas, esto lo vemos en la obra de Fátima Mernissi (2001) "El harén en Occidente", donde en los años veinte se muestra por parte de los occidentales a la mujer musulmana como un ser sumiso, sensual, pasivo y encerrado en el harén. Mientras en realidad se estaban dando grandes avances en los procesos de modernización.

Y esque actualmente, todo se explica si pronunciamos la palabra Islam: la violencia, analfabetismo, subdesarrollo, maltrato de las mujeres, terrorismo… En España, como sabemos desgraciadamente muchas mujeres son asesinadas por la violencia doméstica y ante dichos asesinatos una de las supuestas causas que se atribuye es la tasa elevada de desempleo de éstas, lo que favorecería los abusos. Sin embargo, si estos mismos casos de violencia doméstica se dieran en los países del Magreb, no habría ni que pensárselo, se atribuiría la culpa única y exclusivamente a la tiránica tradición islámica (Lamrabet, 2002 y 2008). La mujer musulmana siempre es representada como víctima de esta tiranía islámica que la perseguirá desde su nacimiento hasta su muerte (García et al, 2012). Por otro lado, por ejemplo, los preceptos islámicos como el uso del velo son los únicos que molestan y se cuestionan, ya que, las mujeres Mayas y Aztecas visten veladas con sus vestimentas tradicionales que reflejan “la resistencia cultural” ante la dominación. Sin embargo, obviamente las mujeres veladas del Magreb representan el fracaso y misoginia del retraso cultural islámico. Así podríamos seguir con cientos de ejemplos en los cuales las tradiciones se ven como actos de resistencia a la globalización y colonialismo pero, todo cambia si nos referimos a los países árabes, en los cuales no tiene cabida ni la cultura, ni las tradiciones, ya que todo es explicado a partir del fundamentalismo islámico (Lamrabet, 2002 y 2008). 

Houria Bouteldja (2011) añade que reflexionar acerca de la compatibilidad o incompatibilidad del feminismo y el Islam y tener que estar alegando argumentos para convencer o intentar gustar a los entrevistadores occidentales es un acto colonialista, ya que no se debate si los países Occidentales con miles de violaciones anuales, muertes casi diarias de mujeres a manos de la violencia de género, desigualdad laboral, tejado de cristal, reparto desigual de tareas y cuidados… pueden o no ser feministas, pero en el caso de los países árabes esto siempre está en el punto de mira. Houria también sostiene que este tipo de reflexiones acerca de la posibilidad o no del feminismo no tienen sentido ya que no se puede responder de forma cerrada, sino que son procesos muy complejos.

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Fuente de: @excxnsurada

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