Machismo ¿Islam o cultura?
En primer lugar, hay que tener en cuenta que el Islam se practica en varios países alrededor de todo el mundo, siendo Indonesia el país con mayor población musulmana. Por lo cual las interpretaciones que se hacen de las Escrituras Sagradas serán muy distantes entre un país u otro, llegando incluso a ser contradictorias (Salas, 2012; Rivera, 2014). Según Rodríguez, “sólo un 15% de la población musulmana a nivel mundial pertenece a sociedades árabes, por lo que la correlación “natural” entre Islam y mundo árabe no es del todo correcta” (2012).
Asimismo debemos destacar como bien apunta Asma Barlas (2008) que el Islam y los musulmanes no son sinónimos al igual que España no son los españoles ni el Cristianismo son los cristianos, hay una correlación pero no son idénticos. Por lo que hay que diferenciar entre Islam y cultura, ya que esta última es tan fuerte que ha manipulado totalmente temas como el matrimonio, poligamia, posición de la mujer… hasta tal punto que muy pocos saben lo que realmente dice el Islam acerca de ellos (Lamrabet, 2010). Además, hay que tener en cuenta que las posibles desigualdades que se puedan dar dependerán de múltiples factores como la economía, cultura, historia… de la zona, por eso la liberación de las mujeres deben ser analizadas desde diferentes niveles y dejar de centrarse solo en la religión como panacea (Barlas, 2011; Salas, 2012; Rivera, 2014).
Las feministas islámicas aseguran que la mujer no es infravalorada por la religión, sino por el patriarcado y que este patriarcado del “mundo musulmán” sigue las mismas estructuras que el resto, no hay nada que haga a este patriarcado peor que los demás (García et al, 2012). Esto lo vemos claramente en la denuncia que hace Lamrabet el “machismo es latino en el sur de América, mediterráneo en el sur de Europa, pero peligrosamente islámico en el Magreb” (2002). Además de que pensar que el machismo es intrínseco a los pueblos musulmanes es islamófobo y racista (Adlbi, 2017). Asimismo, como remarca Forti (2005) el patriarcado no es un aliado del Islam, sino su enemigo aunque muy pocos los crean. Shirin Ebadi, primera mujer musulmana en recibir el Premio Nobel, en su discurso de entrega de este premio, aseguró que la discriminación y menosprecio de la mujer se debía a la cultura dominada por los hombres y no al Islam (Moghadam, 2007 y 2008). Asma Lamrabet (2010) añade que ninguna religión apoya la discriminación, sino que son las entidades espirituales las que malinterpretan todo a su beneficio y que si realmente el machismo fuese inherente a la religión como se alega actualmente ¿por qué en Occidente sigue existiendo desigualdad de género si la mayoría de estos países ya se han librado del lastre de la religión?
Con el paso del tiempo, desgraciadamente la realidad se va alejando cada vez más de los preceptos islámicos, de manera que a día de hoy ningún país se acerca ni de lejos a la verdadera Sharía islámica. Por ello, como apunta Margot Badran (citado en Tiwana, 2006) es necesario un renacimiento islámico acompañado de una transformación, de manera que a través del renacimiento se vuelva a la verdadera esencia del Islam y al mismo tiempo, se transforme la imagen externa que se tiene actualmente de lo que es islámico.
Shaykha Amina Al Jerrahi (citado en Tiwana, 2006), por su parte, alega la importancia de ser conscientes de las falsas interpretaciones coránicas debido a la gravedad que esto provoca, como en el caso de la mujer que es silenciada y toda su fe y espiritualidad se reducen al uso del hiyab.
Por ejemplo, en un primer momento las mezquitas no estaban separadas entre hombres y mujeres, sino que ambos rezaban juntos y además de un lugar de culto, se utilizaba como sala de reuniones y de toma de decisiones de toda la comunidad (Lamrabet, 2008). Sin embargo, actualmente se han separado ambos sexos e incluso en algunas ni se presenta un lugar para ellas excluyéndolas totalmente de la esfera de la sociedad (Badran, 2010) convirtiéndose exclusivamente en un “club de hombres” (Nomani, 2008, p.78). Por ello alegando la presencia conjunta de mujeres y hombres en la era profética, destacando un hadiz del Profeta (P y B) remitido por ibn Omar y Abu Hurayra “No prohíbas a las siervas de Allah el acceso a las mezquitas” (Nomani, 2008, p.78) y la presencia mixta en el lugar más sagrado del Islam, la Ka’aba (Badran, 2010), han surgido muchas iniciativas de mezquitas alternativas y feministas como la Inclusive Mosque Initiative (Londres), para denunciar el imamato machista y reivindicar su voz como lideresas (Ali, 2019), ya que impresionantemente las mujeres han podido hacerse hueco en muchas esferas públicas pero no en las profesiones religiosas (Badran, 2010).
El gran problema es que la mujer en el mundo musulmán ha sufrido bastante y tenía un alto nivel de analfabetismo lo que no le permitía informarse de sus verdaderos derechos otorgados por el Islam, por eso actualmente con el acenso de la mujer a los estudios le ha permitido acercarse a la lectura del Corán y la Sunnah, para luchar por la devolución de sus derechos arrebatados. Además esta ignorancia es utilizada por los hombres para justificar su marginalización en nombre de la religión, por eso es importante que las mujeres se armen de valor y redescubran sus derechos (Sediri, 2014).
En la historia del Islam siempre ha habido mujeres y hombres que han estado mano a mano trabajando en la divulgación del mensaje, la era profética se caracterizaba por un alto nivel de participación y activismo de las mujeres (Engler, 2008). Sin embargo, con el paso del tiempo las mujeres desaparecieron totalmente de la memoria de todos los musulmanes y musulmanas, de manera que solo se recuerda a los sahaba (compañeros) y no a las sahabiyyat (compañeras) del Mensajero (P y B). Por ello queremos destacar algunos ejemplos de mujeres musulmans con gran prestigio para el Islam pero que han desaparecido de la historia por culpa de la misógina amnesia patriarcal (Lamrabet, 2008 y 2010).
La primera universidad construida en el mundo islámico fue Al Qarawiyyin, en Fez a manos de una mujer a mitades del siglo IX y otra Universidad en Egipto, construida por Al - Khanzidara. Sin embargo, el patriarcado se ocupó de que ambas pasen al olvido y por si fuera poco, por mucho tiempo las mujeres ni tuvieron derecho a acudir a ellas. Otro ejemplo de mujer desaparecida es Aisha al-Hurra, que ha pasado a la historia conocida como Um Buabdil (último rey de Granada), ésta fue una notable luchadora durante la caída de Granada a finales del siglo XV. Sobremanera destaca Asma bint Yazid ibn Sakan, que fue la primera mujer en reivindicar el derecho a la jihad (se refiere a batallar y no tiene nada que ver con el significado que se le da actualmente desde Occidente) ante el Profeta (P y B), el cual le permitió tal asunto ya que el Islam no lo prohíbe ni obliga a la mujer a ello, sino que le da libertad de elección. Asimismo, Hafsa bint Umar al Jatttab, tras la muerte del segundo califa fue la guardiana de la única copia existente del Corán (Lamrabet, 2008). Cabe nombrar a Khadija bint Juwaylid, primera esposa del Profeta (P y B), conocida como la “comercianta” se dedicaba al comercio y negocios y era la jefa de Mohamed (P y B). Rufaidah bint Saad, fue la primera enfermera musulmana que curaba a los heridos en medio del campo de batalla. Y Nasiba bint Kaab, que fue una de las dos primeras mujeres que participaron en la guerra al lado del Profeta (P y B) (Sediri, 2014).
Destacamos asimismo a Aisha que representa el “Islam en femenino”, ya que esta esposa del Profeta (P y B) ha dejado un enorme legado de conocimientos del Islam desde un punto de vista feminista donde se puede observar el verdadero espíritu de esta religión pero que desgraciadamente muy pocas personas conocen ya que al igual que sus compañeras ha sufrido el silenciamiento patriarcal, solo un sabio musulmán supo apreciar su trabajo Imam az-Zarkashi (Lamrabet, 2008). Aisha ejerció como activista, feminista, defensora de los derechos de la mujer frente a esa sociedad sumida en las tradiciones machistas de la era recién islamizada. Tras la muerte del Profeta (P y B) vivió 50 años durante los cuales fue una gran guía para todos los musulmanes y musulmanas que acudían siempre a preguntarle sus cuestiones o problemas (Ali, 2019; Lamrabet, 2008). También fue exégeta del Corán y de la Sunnah, por lo que grandes estudiosos de los hadiths iban a su casa para verificar el contenido de sus narraciones destacando al célebre Abu Hurayra. Aisha analizaba los hechos desde su fé y una crítica racional y su feminismo consistía en defender los derechos de la mujer que el Islam ha otorgado. En muchas ocasiones se han inventado o malinterpretado intencionadamente hadices para defender la inferioridad de la mujer desde justificaciones supuestamente islámicas y Aisha siempre denunciaba firmemente este tipo de falsos hadices alegando que eran contrarios a la religión ya que Allah siempre ha decretado a mujeres y hombres como seres iguales (Lamrabet, 2008; Sediri, 2014). Aisha también participó en el ámbito de la política, ya que el Islam contrariamente a lo que se piensa ahora, nunca lo ha prohibido. Asimismo encabezó uno de los bandos de la batalla que supuso la escisión de los musulmanes en sunitas y chiitas, “La batalla de Aisha”, pero que debido al imperante patriarcado ha pasado a conocerse como “la batalla del camello”, lo que ha provocado nuevamente la invisibilidad de la mujer (Lamrabet, 2008).
Por todo esto, cabe pararnos a reflexionar ¿Cómo es posible pensar que el Islam es machista si el Profeta (P y B) nunca prohibió a sus esposas ni a ninguna mujer de sus tiempos la realización de ninguna acción vista hoy como “cosa de hombres” (guerra, política, exégeta, emprendimiento, independencia económica…)? (Lamrabet, 2008; Sediri, 2014).
Y esque en nuestros días la situación de la mujer ha evolucionado a peor desde la época islámica, ya que actualmente en los países musulmanes no tiene derecho a ser juez, imam, jurista… y los debates islámicos se tornan simplistas al reflexionar principalmente sobre la figura de la mujer, su vestimenta, los peligros de la tentación femenina… (Lamrabet, 2008 y 2010).