Lenguaje religioso
En primer lugar, hay que destacar que el Corán original se trasmitió al Profeta (P y B) escrito en árabe, por lo que las traducciones no siempre son fiables debido a la complejidad y características específicas de cada idioma (Sediri, 2014; Rodríguez, 2011) y sobre todo porque el Corán cuenta con 7 dimensiones de sentido que son imposibles de traducir (Grosfoguel, 2016). Asimismo, como recalca Barlas (2008) muchas veces se saca de contexto algunas aleyas que supuestamente alegan un mensaje misógino, lo que provoca una comprensión aislada debido a descontextualización de ésta. Por ejemplo, la palabra nas (gente o seres humanos) muchas veces cuando se traduce se hace erróneamente por “hombre” lo cual provoca graves malentendidos interpretando que el Corán se dirige mayoritariamente a hombres. Ya que casi nunca se tiene en cuenta que en árabe la partícula del femenino no tiene nada que ver con el español o cualquier otro idioma, ya que las desinencias de los verbos también indican género tanto en singular, dual como en plural y los pronombres en tercera persona igual (Sediri, 2014). Además de que como apunta Rodríguez (2011), cuando se traduce al español normalmente se hace con el masculino genérico, ya que así está establecido.
Amanda Figueras en una entrevista realizada por el periodista Miguel Ángel Medina (2018) sostuvo que “El Corán utiliza un lenguaje inclusivo, hoy Alá diría ‘portavoza’” (2018). Sediri (2014), por otro lado, sostiene que el lenguaje coránico se divide en tres partes: algunas aleyas (versículos) dirigidas a los hombres, otras a las mujeres y la gran mayoría a ambos.
Aquí podemos ver un ejemplo de aleya coránica dirigida en todo momento tanto a mujeres como a hombres:
[…] los musulmanes, las musulmanas, los creyentes, las creyentes, los que rezan, las que rezan, los verídicos, las verídicas, los constantes, las constantes, los humildes, las humildes, los que dan la limosna, las que dan la limosna, los que ayunan, las que ayunan, los púdicos, las púdicas, los que recuerdan, las que recuerdan constantemente a Allah, a todos estos Allah les ha preparado un perdón y una enorme recompensa. (Corán, 33: 35)
Y así se repite muchas otras veces en las que se insiste en la igualdad de trato entre los hombres y las mujeres. Sin embargo, hay mucha gente que se beneficia de las interpretaciones machistas y misóginas para defender la supuesta inferioridad de la mujer desde argumentos religiosos. Por ejemplo, Mohamed Kamal Mustafa (imam de la mezquita de Fuengirola) en su libro La mujer en el islam, sostiene que el Corán permite que el hombre pegue a su esposa según esta aleya coránica (Badran, 2011):
[…] amonestad a aquéllas de quienes temáis que se rebelen, dejadlas solas en el lecho, pegadles. Si os obedecen, no os metáis más con ellas. Dios es excelso, grande. (Corán, 4:34)
Esta aleya es una de las más famosas a la hora de justificar la supuesta misoginia y trato denigrante del Islam hacia la mujer. Y esque nunca se tiene en cuenta la polisemia de las palabras y la problemática al traducir literalmente los textos. Ya que la palabra Idribuhunna que se traduce por (pegarlas) tiene varios significados que constantemente son analizados. En esta aleya Idribuhunna en realidad significa separarse según el Dr. Abdul Hamid Abu Sulayman, presidente del International Institute of Islamic Thought y rector de la Universidad Internacional Islámica de Malasia, Asma Barlas, Amina Wadud… y múltiples traductores y exegetas del Corán (Abejas, 2013; Badran, 2008 y 2011; Figueras, 2018).
Otra aleya destacada en la que se critica la supuesta inferioridad que otorga el Corán a las mujeres es:
Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres en virtud de la preferencia que Allah ha dado a unos más que a otros y de los bienes que gastan […]. (Corán, 4:34)
El concepto de (autoridad) en árabe es qawama y su significado real es responsabilidad. En cuanto al (unos más que otros) se traduce como ba3d 3ala ba3d, la cual en realidad indica reciprocidad. Por lo cual esta aleya sostiene la responsabilidad que tienen ambos y no la autoridad del hombre sobre la mujer como se alega.
Asimismo, teniendo en cuenta uno de los objetivos de los feminismos islámicos, hay que tener en cuenta el contexto sociopolítico e histórico de algunas aleyas, ya que en nuestros tiempos algunas pueden parecernos sin sentido, pero si pensamos en los años 610 al 632 d.C., la situación cobra sentido (Abejas, 2013; Ali, 2012, citado en Brun y Larzillière, 2012, p.5; Lamrabet citado en Bouhalli, 2011). Y como aboga Rivera (2014), debemos reconocer y legitimar las lecturas feministas para que se puedan hacer real su lucha, pero desgraciadamente, como nos presenta Asma Barlas (2008), es el poder el que tiene el control y monopolio de la lectura coránica, es decir, el patriarcado (Agencias, 2006) y todo lo que pertenece a Occidente.
Finalmente, como hemos visto el significado e interpretación del mensaje coránico está muy abierto y se pueden dar diferentes perspectivas, como apunta Al- Gazali (citado en Barlas, 2008) hay 60.000 posibilidades. Sin embargo, la cosa es ¿por qué se ha decidido elegir unas interpretaciones y no otras? ¿La respuesta más general a esta reflexión sería el ímpetu de perpetuar el poder masculino sobre las mujeres? ¿Por qué las interpretaciones feministas no son aceptadas ni por el patriarcado ni por las feministas hegemónicas? (Adlbi, 2017; Badran, 2008; Barlas, 2008; Rivera, 2014).